Declaración del Director General de la OMS, Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, con motivo del Día Internacional de la Mujer

7 DE MARZO DE 2018 - Este año, en el Día Internacional de la Mujer, imaginamos un mundo en el que todas las mujeres y las niñas tengan acceso a una atención sanitaria asequible y de calidad, un mundo en el que las mujeres y las niñas puedan ejercer libremente sus derechos a la salud sexual y reproductiva y sean tratadas y respetadas como iguales.

El tema del Día Internacional de la Mujer de este año es «Ahora es el momento: las activistas rurales y urbanas transforman la vida de las mujeres» y hoy es un buen día para que cada uno de nosotros defienda públicamente la igualdad de género y los derechos de la mujer.

En la Organización Mundial de la Salud defendemos el derecho a la salud de las mujeres y las niñas. Cuando las mujeres y las niñas pueden permanecer más tiempo en la escuela, planear o prevenir los embarazos y acceder a los servicios de salud sin discriminación, son capaces de mejorar sus oportunidades económicas y, en definitiva, de transformar su futuro.

Sin embargo, no basta con hablar. Debemos actuar.

Nada ayudará más a las mujeres y a las niñas que garantizar que todo el mundo, en todas partes, pueda disfrutar de servicios sanitarios de calidad cuando y donde los necesite, sin miedo a caer en la pobreza por utilizarlos.

Actualmente, al menos la mitad de la población mundial carece de acceso a servicios sanitarios esenciales —como atención prenatal durante el embarazo o inmunización para prevenir el tétanos neonatal y materno o las infecciones por papilomavirus humanos—, ya sea porque no están disponibles o porque están económicamente fuera de su alcance. Un número desproporcionado de estas personas son mujeres y niñas.

Casi 100 millones de personas se ven abocadas a la pobreza extrema – viven con menos de $1,90 al día – porque tienen que pagar los servicios de salud de su propio bolsillo. Es inaceptable. Una mujer no debería tener que elegir entre enviar a su hijo a la escuela, comprar alimentos o pagar una consulta.

La cobertura sanitaria universal —la máxima prioridad de la OMS— implica que las intervenciones destinadas a las mujeres y las adolescentes incluyan servicios para promover la salud, así como para prevenir y tratar las enfermedades. Excluir de los planes de salud el acceso a los anticonceptivos, limitando de este modo la capacidad de las mujeres y las adolescentes de planear o prevenir los embarazos es discriminación, y contribuye a una mayor desigualdad de género.

La equidad es fundamental para lograr la cobertura sanitaria universal. Todas las mujeres y niñas —sean ricas o pobres, de zonas urbanas o rurales, instruidas o analfabetas— deben poder acceder a los servicios sanitarios en igualdad de condiciones. Sin embargo, en los países de ingresos bajos y medianos, la proporción de partos atendidos por personal sanitario cualificado difiere hasta 80 puntos porcentuales entre las mujeres más ricas y las más pobres. La presencia de personal sanitario cualificado durante el parto es esencial para prevenir las muertes maternas y neonatales.

Asimismo, se debe permitir a este personal de partería cualificado y al personal sanitario, conformado en su mayor parte por mujeres, asumir puestos de liderazgo y participar en la toma de decisiones, acceder a empleo formal, recibir una remuneración justa y trabajar en entornos sin violencia física ni sexual.

Estoy haciendo todo lo posible para asegurar que respaldamos las palabras con hechos en lo que respecta a las mujeres que integran el personal sanitario. Actualmente, más del 60% de nuestros puestos superiores son desempeñados por mujeres y estamos trabajando para garantizar que nuestras oficinas regionales en todos los países sigan el mismo patrón. No podemos promover eficazmente la cobertura sanitaria universal si no contamos con todas las voces en la mesa de debate. Me alegra ver hoy las caras de mujeres de todo el mundo compartiendo sus ideas para el cambio.

Sabemos que cuando se logre la cobertura sanitaria universal se reducirá la pobreza, se creará empleo, crecerán las economías y las comunidades estarán protegidas contra los brotes de enfermedades. También sabemos que las oportunidades económicas de las mujeres aumentarán y, por consiguiente, la salud y el desarrollo de sus hijos mejorarán.

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