Boletín de la Organización Mundial de la Salud 2015;93:439. doi:http://dx.doi.org/10.2471/BLT.15.158998

Desde que empezaron a utilizarse los antibióticos, los científicos vienen advirtiendo de que, si no se lleva a cabo una gestión cautelosa del uso de estos potentes fármacos, los agentes patógenos pueden crear defensas contra ellos en poco tiempo. En la actualidad, la resistencia a los antimicrobianos se extiende más rápidamente que nunca, comprometiendo la eficacia de muchas de las armas más importantes de las que disponemos contra las infecciones.1

A petición del grupo de países que integran la iniciativa Política Exterior y Salud Mundial,2 varios expertos se reunieron en Oslo (Noruega) en noviembre de 2014 para estudiar medidas destinadas a revertir la peligrosa expansión de la resistencia a los antibióticos y otros antimicrobianos. Como ministros encargados de velar por la salud de la población, consideramos que esta cuestión es de máxima prioridad.

El mundo está cada vez más interconectado y los países no pueden afrontar por separado el problema de las resistencias; por esa razón, hemos apoyado activamente los esfuerzos realizados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para elaborar un plan de acción mundial de lucha contra la resistencia a los antimicrobianos.3

Si bien estos fármacos son muy utilizados en la agricultura,4 su función principal es proteger la salud humana. Lo que nos proponemos es encontrar formas de mejorar la gestión de estos medicamentos fundamentales para que sigan siendo de utilidad.

Somos conscientes de las dificultades que enfrentan las personas que viven en condiciones de pobreza en países de ingresos bajos y medios, quienes tienen un acceso limitado a estos medicamentos y a precios frecuentemente inasequibles, lo que las obliga a saltarse tandas de tratamiento y las hace especialmente vulnerables a las infecciones. Por ello, estimamos necesario solucionar tales problemas de acceso además de mejorar la gestión de los antimicrobianos y reforzar las políticas encaminadas a promover su uso racional.

En la reunión de Oslo se formularon las siguientes recomendaciones: todas las personas tienen derecho al acceso a antimicrobianos adecuados, eficaces y asequibles siempre y cuando los necesiten; el uso de los antimicrobianos debe estar bien regulado y basarse en las necesidades médicas y en un diagnóstico correcto; es preciso disuadir activamente del uso inapropiado, innecesario y peligroso de estos fármacos; las empresas que los fabrican y comercializan deben comprometerse activamente a promover su uso adecuado e impedir su empleo excesivo e inadecuado; es necesario prohibir o controlar estrictamente su comercialización directa a los consumidores por los fabricantes, importadores y distribuidores.5

Nos comprometemos a luchar contra el flagelo de los antimicrobianos de baja calidad, que pueden ser insuficientes para mejorar la salud de sus usuarios y contribuir a ampliar las resistencias.

La OMS actúa como plataforma para examinar este problema en interés de la salud pública, en particular a través del mecanismo de los Estados Miembros sobre productos médicos de calidad subestándar, espurios, de etiquetado engañoso, falsificados o de imitación. Vamos a trabajar para fortalecer nuestros sistemas de salud a fin de agilizar la aplicación de medidas contrastadas de prevención y lucha contra las infecciones que permitan reducir la necesidad de utilizar antimicrobianos.

Asimismo, colaboraremos con otros sectores —principalmente con la agricultura, la ganadería y la industria farmacéutica— para controlar y vigilar el uso de los antimicrobianos con objeto de poner fin a su empleo inadecuado, evitar la contaminación de los alimentos y el medio ambiente y limitar la aparición de resistencias. Hay determinadas clases de antimicrobianos de nuevo desarrollo que se deben prescribir solamente a personas y bajo un control riguroso.

Los países que disponen de pocos recursos y tienen sistemas de salud frágiles necesitan especialmente la ayuda de la comunidad internacional para intensificar la prevención y la lucha contra las infecciones y mejorar la gestión de los antimicrobianos. Es necesario alcanzar un compromiso común para mantener las inversiones en los sistemas de salud.

A través de la OMS y de otros actores, trabajaremos junto con los países necesitados de asistencia a fin de potenciar sus capacidades y sus sistemas, en particular para satisfacer los requisitos del Reglamento Sanitario Internacional.6

Los antimicrobianos son uno de los descubrimientos científicos más importantes para la humanidad. Nos hacen sentirnos más seguros. Asumimos por tanto la responsabilidad y el compromiso de gestionar y conservar racionalmente este recurso vital para las generaciones venideras.

 

Referencias

Fuente