Existen falsas creencias alrededor de los desastres. Se trata de mitos que deben ser superados. La comunicación durante una emergencia debe desarrollar mensajes certeros y claros que apuesten a la prevención y mejor organización de la comunidad afectada.

1. “Los desastres impactan indiscriminadamente”

En realidad, los desastres suelen siempre afectar sobre todo a los sectores más empobrecidos, y de manera especial a las mujeres, los niños, los ancianos y a las personas con capacidades reducidas.

2. “La responsabilidad de brindar la respuesta en la emergencia les corresponde únicamente a las autoridades gubernamentales.”

Frente a situaciones de emergencia o desastres, todos los actores sociales tienen la responsabilidad y juegan un rol en las acciones de respuesta que se realicen a nivel familiar, comunal, local, regional o nacional.

3. “Las epidemias y plagas por presencia de cadáveres son inevitables después de un desastre y requieren una vacunación masiva.”

Los cadáveres no conllevan a epidemias después de un desastre. La clave para prevenir cualquier enfermedad infecto-contagiosa es mejorar las condiciones sanitarias, promover la adopción de prácticas de higiene adecuadas por parte de la población y asegurarse de completar las vacunas que figuran en el Calendario Nacional de Vacunación.

4. “Los desastres sacan a relucir lo peor del comportamiento humano como saqueos y amotinamientos.”

Aunque existen casos aislados de comportamiento antisocial, la mayor parte de las personas responden espontánea y generosamente ante las situaciones críticas. De hecho, cuando una comunidad es afectada por una emergencia, suelen ser los mismos vecinos los primeros en socorrerla.

5. “Cualquier ayuda (ropa, alimentos, etc.) en situaciones de desastre es mejor que nada.”

El despliegue indiscriminado de donaciones sin una evaluación previa de las necesidades reales puede generar una inadecuada gestión de los recursos, e incluso obstaculizar la distribución de los elementos efectivamente requeridos.

6. “La mejor alternativa es ubicar a los afectados de los desastres en centros para evacuados.”

Por el contrario, los campamentos o centros de evacuados deben ser siempre la última alternativa, ya que pueden afectar negativamente la salud mental de los damnificados. Además, es importante evitar la formación no planificada de albergues, ya que deben cumplir con servicios mínimos de seguridad, higiene y atención en salud.

7. “Los problemas psicosociales en los desastres son poco frecuentes y su impacto es reducido.”

Los desastres y emergencias afectan tanto la salud física como mental de las personas. La atención psicosocial es cada vez más una prioridad, especialmente entre la población más damnificada o afectada.

8. “Únicamente el personal y los servicios especializados pueden afrontar la problemática de salud mental en torno a los desastres.”

El apoyo en salud mental puede provenir en realidad de grupos no especializados como la misma familia, grupos comunitarios, medios de comunicación social, personal de salud, etc.

9. “Después de un desastre todo regresa a la normalidad en pocas semanas.”

Dependiendo de la magnitud del desastre y el nivel de desarrollo de la comunidad afectada, los efectos en las personas, la infraestructura y el ambiente pueden perdurar durante mucho tiempo: desde meses hasta años.

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