La Región de las Américas, junto con el resto del mundo, se viene preparando para enfrentar los grandes retos que supone la atención de la agenda de desarrollo sostenible posterior al 2015, entre cuyos 17 objetivos se destacan la salud y el bienestar, la reducción de la inequidad y la acción sobre una amplia gama de determinantes sociales y ambientales de la salud (1). Entre las muchas lecciones aprendidas en el camino hacia el logro —esquivo, en algunos casos— de los Objetivos de Desarrollo del Milenio se destaca una primicia fundamental en estos tiempos de cambio: la primacía del principio de equidad como imperative ético para orientar, informar y definir las prioridades de la acción política en materia de salud y bienestar. Enraizado en el movimiento de Salud para Todos y el legado de Alma Ata, el principio de equidad debe continuar inspirando la esencia de universalidad e inclusión social requerida para implementar la agenda mundial y regional posterior al 2015, eliminar las inequidades sociales en la salud y alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible... seguir leyendo